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Mi relación con la Constitución de Chile

Actualizado: 12 nov 2022


La Constitución actual nace en 1980, cuando yo recién había cumplido 2 años, por lo que no tengo recuerdo ni estaba de ninguna manera en mis intereses de esa época.


Recuerdo algo del plebiscito olvidado del 30 de julio de 1989 de las 54 reformas e la Constitución, no era algo que me interesara, tanto por mi edad (13 años), pero tampoco por su atractivo y contenido (de hecho, recuerdo la franja televisiva por lo fome que era), porque lo cierto es que era acuerdo político en que todos ganaban de alguna manera, un pacto electoral transversal en que se aprobaba un paquete de reformas y la aprobación ciudadana no era más que un trámite previo a la elección que realmente importaba que era la de Presidencia que se efectuaría unos meses después, fue tan así que la aprobación de las reformas tuvieron más de un 90%


La primera vez que leí y me interesó la Constitución de la República de Chile fue en 1995 cuando cursaba 3ero medio y tenía la asignatura de Educación Cívica que (lamentablemente) años después fue eliminada de los planes del Mineduc), recuerdo que hice un trabajo sobre el texto y que mi pensamiento y redacción estuvieron enfocados en la primera frase del Artículo 1º “Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, frase en la que me hacía ruido el término “hombres”, ya que había un carácter sexista en la palabra por el hecho en el siguiente párrafo se habla de “persona humana”, pero dada la lingüística de la época me centré en el hecho que si bien la primera frase de la Constitución garantizaba la libertad, la igualdad y la dignidad, mientras que durante varios párrafos del texto se establecen limitaciones morales, éticas y uno de los puntos que más me llamaba la atención era el requisito etario (mínimo 40) para ser posible Presidente de la República, recuerdo que puse de ejemplo varios líderes mundiales y al mismísimo Jesús que bajo ese artículo no podría haber sido candidato. En fin, fue un trabajo que me tardó varios días leyendo e investigando en la biblioteca, en esa época estaba recién partiendo el internet en Chile, la conexión era lenta y cara, ya que se usaba la línea telefónica y además no habían muchos sitios nacionales y no existía Wikipedia, por lo que la mayor fuente de conocimiento digital eran enciclopedias en CD-ROM como la Encarta que poco y nada traían de información sobre la historia de Chile.


Años más tarde (alrededor del año 2000, no recuerdo exactamente el año) mi amigo Carlos Andres Dominguez Scheid participaba del un Seminario de Derecho Constitucional en la Universidad de Chile, me pidió ayuda con una presentación (Powerpoint), asistí a algunas ponencias y me gané mi certificado (tipo diploma) de participación que está guardado en alguna parte junto con mis papeles del recuerdo que esperan ser escaneados algún día.


Pasó el tiempo y siempre tuve el texto a mano (primero en mi biblioteca, después en un archivo PDF y luego en una App), lo usé varias veces a modo de consulta sobre dudas específicas.


El Domingo se votará por la aceptación o rechazo de a redacción de un nuevo texto.


Pienso que el ejercicio de redactarlo es positivo, en caso de ganar el “apruebo” el resultado final de ello habrá que leerlo y luego aceptarlo o rechazarlo en una nuevo plebiscito, pero aquí surge mi gran duda y es ¿Qué sucedería en el caso en que se redactara un nuevo texto y luego éste fuera rechazado por la ciudadanía? ¿Seguiría la actual Constitución o se redactaría una nueva que tendría que ser nuevamente presentada y votada, generando así un posible círculo vicioso que igualmente mantendría la misma Constitución vigente?


Lo cierto es que se hacen muchos ofrecimientos sobre la posible nueva Constitución, pero plasmarlas en un único texto no es fácil y difícilmente dejará finalmente a todos contentos porque los intereses son diversos y pueden contraponerse. Finalmente serán los acuerdos los que llevarán al posible cambio, pero para eso se necesita un país menos polarizado, con mayor empatía, comprensión y razonamiento, algo que se ha perdido en los últimos tiempos.

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