Ayer estuve en la mesa redonda del Sanfic “El auge del cine chileno”, donde expusieron los panelistas Marcelo Leonart y Pablo Avilés, Sergio Castro, Víctor Jiménez, Sebastián Lelio, Daniel Henríquez, moderados por Carlos Núñez.
Primero: para hablar de cine, hay que saber hablar: falta dicción (parecían ovejas: eeeh, eeeh, eeeh), claridad de ideas y se contradicen mucho… y para hablar en una mesa hay que tener presencia (vestirse alternativo es una cosa, no saber vestirse es otra).
Segundo: Todos se creen el cuento de yo hago películas de autor y el público tiene que aprender a verme… eso no debiera ser así, hacemos películas para los espectadores y no para nosotros… frases como “mi papá va a ver mis películas solo porque soy su hijo”, demuestran eso… no esperes que el público te vea ni las empresas te financien si tu película no tiene un mínimo de público.. Alguien mencionó “El Sacrificio” de Tarkowsky, como un gran ejemplo, para mi, siendo cinéfilo, una película que no recomiendo y que a la 5ta vez recién la vi entera, porque era demasiado aburrida, y más aún cuando la intentaba ver en un televisor de 14” en un video VHS. Pero recuerdo que conté el tiempo de las primeras tomas, si no me equivoco, eran 13 minutos la primera toma de la película, era un gran plano general, en que el protagonista pasaba de una esquina de la pantalla a la otra, la segunda toma, era similar y duraba alrededor de 11 minutos más, a esa altura ya había puesto el botón de avanzar o bien ya me había quedado dormido. Será un clásico, pero es latero y el público normal no lo vería. Si esos son los referentes de quienes hacen cine en Chile, entiendo por qué el público no va al cine.
Tercero: Los problemas de producción se resuelve con gente especialista en eso y no haciéndose cargo los directores… se quejan de que pasan más tiempo consiguiendo dineros que desarrollando su película (cosa que se nota por sus guiones, donde sobran personajes y falta desarrollo). Sin embargo, tampoco la labor de producción la hacen bien. Contraten productores o tomen cursos (yo opté por la segunda opción y créanme que al compartir con ingenieros comerciales o personajes como Juan de Dios Larraín, Bruno Betatti o Carlos Hansen abre otros caminos)
Cuarto: Falta más contenido de los panelistas (una persona del público dio más argumentos, se sentía ignorancia, no sabían siquiera que hay cines en el resto de Chile ni cómo les iba a sus propias películas en provincias), más debate, más propuestas…. Hablan de hacer cine chileno y creo que no conocen Chile. Por mi parte tengo el placer de conocer la mitad, es decir, desde Visviri en la frontera con Perú y Bolivia hasta el canal de Beagle, donde está Puerto Williams. Pero aún me falta la otra mitad: Chile Insular y Chile Antártico.
Quinto: No vamos a hacer películas que compitan con los súper éxitos de Hollywood y no podemos pensar que la gente preferirá el cine chileno frente al norteamericano por el mismo precio de entrada. Lamentablemente nuestro cine no tiene nada de espectacular que requiera para el público normal ser visto en el cine, puedes ver el cine chileno en DVD y no vas a perderte ningún detalle importante, pero ver Transformers o Harry Potter en Cine es una experiencia que no puedes vivir en tu casa, ni hablar de los estrenos en 3D. Propuse que en vez de una cuota de pantalla haya un subsidio al espectador de cine chileno, así por una variable de precio, los espectadores podrían optar a ver el cine nacional, pero obtuve respuestas como “yo pagaría tres veces por ver Pejesapo y no pagaría por ver Transformers”, pero eso es una visión personalista y poco masiva. Lo cierto es que yo hablo con la gente y me dicen que ver cine chileno es un riesgo y ver algo de las grandes industrias te da una base de calidad que con el cine chileno no está garantizada.