*Relato del vuelo escrito sobre un individual que una semana después terminó ilegible en la basura:
17:40 – Domingo 23 de mayo mientras sobrevuelo la Cordillera de Los Andes, sentado juntado al pasillo, escribo mis pensamientos en el individual del avión. Chile se me presenta como esa larga faja de tierra, la cual siempre criticamos, peo en el fondo todos queremos. Aunque el vuelo llega solo a Buenos Aires, ya se siente una transculturalidad; chilenos, argentinos, chinos y hasta un judío viajan conmigo, mientras el Comandante De Gregorio nos comunica en castellano y luego en inglés que sobrevolamos a 11.000 pies de altitud y que el último reporte meteorológico de Ezeiza es frío y con lluvia. Las azafatas siguen entregando bandejas con comida y estos prácticos individuales, mientras los pasajeros comen con la calma que nunca tienen en su casa. La comida es simple, como de esos picnic que uno lleva a la playa cuando sale de viaje con la familia, consiste en dos triangulitos de pan de molde, uno con jamón y queso, el otro es con tomate, mayo y jamón, me pregunto por el judío al que observo desde lejos junto a su compañera de asiento que engulle su aliado.
Fue así como aterricé en Buenos Aires y prontamente hice el transbordo correspondiente….